Cinco básicos de Lisboa
Turismo en Portugal
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Mirando Lisboa |
Hay lugares que no necesitan de excusa para ser visitados; así le sucede a Lisboa, que sabe conservar el glorioso vestigio imperial y sacar lustre a la nostalgia, que presume de azulejos, pavimentos de mosaico y sigue jugando a cruzar y descruzar intersecciones con tranvías que traquetean, que suben y bajan por cada uno de sus barrios, personales e intransferibles, populares, cálidos y lustrosos. Una ciudad donde aún es posible ver a ancianas con piernas envueltas en polainas, donde resuena el recuerdo de una alegría ausente en forma del eco pronunciado de la saudade, y, donde el caminar de Fernando Pessoa recibe el nombre del desasosiego, es, seguro, una ciudad que se sobrepone a cualquier tragedia, cualquier olvido, cualquier terremoto.
Por eso, queremos mostrarte qué hacer, los barrios y las visitas que no puedes perderte de Lisboa. Un recorrido por los imprescindibles de Lisboa, al igual que ya hicimos con Oporto.
Por calles y plazas de Lisboa
Ocurre en Lisboa que cada barrio es un mundo, y cada calle, y cada plaza, de cada barrio presume de su propia esencia, y así es que una calle de la Alfama, azarosa, laberíntica y árabe, no tiene nada que ver con otra de la Baixa, dieciochesca y trazada por la línea recta del Marqués de Pombal, ni con las de Barrio Alto, las de los artistas y nocturnidades de fados, y ninguna con las renacidas calles del Chiado, Ave Fénix urbanístico del famoso arquitecto Álvaro Siza Vieira.
Cada calle, una identidad. Pero si se trata de resumir Lisboa, todo resumen es doloroso, ésta va de una plaza a otra, en un tres en línea urbano de camino descendiente y pavimentado en mosaico, empedrados ondulantes y geométricos nacidos del arte de los calceteiros. Desde la Praça dos Restauradores, al final de la Avenida da Liberdade, la que es escenario de los desfiles populares de las fiestas de Lisboa en junio y tiempo atrás lugar de cortejos de la alta sociedad, pasando por la Praça de Rossio, oficialmente Praça de Dom Pedro IV, bulliciosa y comercial hasta llegar a la imperial Praça do Comércio, que se convierte en imagen imperecedera de toda primera visita a Lisboa, con su arco triunfal, la que vivió el magnicidio del rey Carlos I, la que recuerda el antiguo esplendor, la que acaricia la entrada aún por las escaleras que dan al Tajo, el dorado Tajo, del que llegaban allende la mar los cargueros de Mozambique, Cabo Verde, Angola…
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Praça do Comércio |
Buscando vistas de Lisboa
Una ciudad que sube y baja, que colecciona colinas, siete que forman parte de un campo volcánico, que se encuentra para desencontrarse y que juega al escondite, es, en esencia, un lugar donde las miradas fluyen sobre la ciudad para encontrarse en una topografía urbana conocida. En definitiva, Lisboa es una ciudad que gusta de contemplarse, y por ello cuenta con muchos miradores y balcones.
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Vistas de Lisboa |
Muchos son los lugares que se debaten entre los mejores miradores de Lisboa; quizá uno de ellos sea el Elevador de Santa Justa, el artificio, más que ascensor, neogótico de cuarenta y cinco metros de altura, proporciona las vistas más bonitas y conocidas del Castillo de San Jorge y del centro de Lisboa, aunque algunos prefieran las vistas sobre el barrio de Baixa que se ven desde el balcón del jardín de São Pedro de Alcântara, con la guía del mapa realizado en azulejo a tus pies. Otros lugares se apuntan a la polémica; el Miradouro da Graça, justo al lado del Castillo de San Jorge; o, tal vez, el mirador de la explanada de la Iglesia de Santa Luzia, que desvela los secretos de las laberínticas calles de la Alfama.
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Lisboa y castillo de San Jorge |
Montar en tranvía en Lisboa
En una ciudad llena de tranvías, estos, en realidad, proporcionan un negativo de caminos, el de las catenarias que enmarcan el cielo en trapecios y paralelas y enmarañadas rosetas de cables. Aunque sea mejor mirar al suelo, en Lisboa es fácil orientarse con los peinados de las catenarias que hacen andar a todos los tranvías.
Tranvía de otro tiempo |
Aunque haya cinco rutas de tranvías en Lisboa que utilizan diariamente sus habitantes, para aquellos afortunados que la visiten sin el tránsito de la rutina, aconsejamos dos por excelencia. Dos rutas imprescindibles de tranvías por Lisboa.
El famoso tranvía 28, romántico y de otra época, incansable en una red de diez kilómetros de vías que nos llevan por todos los barrios pintorescos de la ciudad. En puntos de la Alfama casi roza las paredes de las casas. En cambio, su reverso, el moderno tranvía 15, es el que utilizaremos para llegar a Belém. La utilidad dando sentido a la añoranza. Una metáfora sobre raíles.
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El 28 |
Visitas del patrimonio de Lisboa
Un terremoto es por fuerza un evento de punto y aparte; el de 1755 de Lisboa es, además, el primero que pudo ser estudiado científicamente. Se estimó que un total del 85 % de la ciudad quedó destruida, a la vez que las intenciones colonialistas de Portugal.
Pareciera que de un suceso así se resurge sin huellas pasadas; pero lo cierto es que los pasos dados siempre quedan de una forma u otra y así, hoy en día, aún podemos disfrutar de una serie de visitas a monumentos, patrimonio e iglesias de la ciudad de Lisboa.
La caprichosa Torre de Belém parece surgir del Tajo como de un cuento o una leyenda, invocando tiempos de proezas marítimas. Tiempo atrás su bastión defendía de la llegada de piratas, hoy, es todo un símbolo de Portugal.
Torre de Belém |
Un conjunto de tesoros góticos, eso es lo que encontraremos en el Mosteiro dos Jerónimos, aupado en memoria del prodigioso Vasco de Gama y de otros muchos navegantes que partían de Belém en busca de nuevas rutas y tierras fantásticas.
Mosteiro dos Jerónimos |
No entra dentro de la naturaleza de un castillo el pasar desapercibido; así le sucede al Castelo de Sao Jorge, visible, a lo alto de la Alfama, desde todo Lisboa, que desde arriba marca el origen de la ciudad. Pasear a la sombra de sus restaurados muros, por los jardines bellamente cuidados, es una experiencia de l belleza lisboeta.
Castelo de Sao Jorge |
Un buen lugar para una catedral es a lo alto; La Catedral de Lisboa, Sé, se encuentra a lo alto de una de las muchas cuestas de la Alfama, en un encuadre perfecto con tranvía tomando la curva, rompiendo la rectilínea estructura defensiva del románico portugués, las imponentes torres gemelas que custodian su entrada. Enfrente hay una estatua dedicada a san Antonio de Papua, patrón de Lisboa, que recibió bautismo en Sé y al que las chicas piden novio con fruición.
La Catedral de Lisboa |
Entre dulces y otros placeres del paladar en Lisboa
Comerse un pastéis de nata es lo más parecido a pegarle un bocado al cielo, cremoso, algo crujiente por el hojaldre, pecaminoso en cierto sentido. Podrás tomar los más deliciosos, los secretos pastéis de Belém, al lado de los Jerónimos, en la más que centenaria Casa Pastéis de Belém.
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Pastéis de Belém |
Un buen café, y en Portugal, al igual que en Italia, saben bien de ello, se necesita tomar en compañía, y si es posible con la mejor. Encontrarás tal compañía en Café a Brasileira, en Chiado, donde Pessoa solía pasarse a matar el desasosiego, no sabemos si con limonadas frías como lo retrata Tabucchi en “Sostiene Pereira” o con un cremoso café; pero lo cierto es que aún hoy se sigue sentando en su mesa, hoy en día con presencia de bronce más allá de sus palabras.
Café a Brasileira |
Otro tentempié, algo más popular, es el que podrás encontrar en la Praça de Rossio, el típico licor de cereza portugués, a Ginjinha. Dulce, pero no te comas la cereza confitada en alcohol, a no ser que te gusten los tragos fuertes, como a los parroquianos típicos que paran un minuto a la puerta del local para ayudar al trasiego cotidiano. Hoy en día muchos turistas los imitan, porque ya se sabe, allá dónde vayas haz lo que vieras.
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A Ginjinha |