La mejor época para visitar La Garrotxa, la comarca de los volcanes, es el otoño.
Otoño es ese mes que alcanza su máxima expresión en las hojas caducas. Pero apenas se siente en las ciudades. Los árboles urbanos están tan estresados que las hojas cayeron hace tiempo sobre el asfalto y fueron barridas.
Cuando a uno le invade esa extraña necesidad melancólica de disfrutar de la belleza otoñal, lo mejor que puede hacer es una escapada desde Barcelona a La Garrotxa, en la provincia de Girona, a escasa hora y media en coche desde la ciudad.
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Horizonte de otoño |
Vayamos pues al encuentro de los colores otoñales, de los mantos de hojas en el suelo, de las ramas desnudas que dibujan abstracciones en el cielo, vayamos al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, el otoño rural ideal que se disfruta en familia.
EL PARQUE DE LOS VOLCANES
La zona volcánica de La Garrotxa es la mayor de la Península Ibérica. Son volcanes que duermen, la última erupción fue hace 11.500 millones de años, y que han sido cubiertos por la vegetación, robles, hayas y arces, los bosques más importantes, verdaderos conos vegetales, unos cuarenta, que se reparten por todo el parque.
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Colores de otoño |
Al corazón del parque se llega a través del Volcán de Santa Margarida y de la Fageda d’en Jordá, un bosque poético de hayas, son conocidos los versos que le dedicó Joan Maragall. Una ruta a pie, fácil y cómoda, de unas cuatro horas de camino que nos hace pasar por alguna masía tradicional como Can Caselles hasta a un pequeño sendero que desciende al cráter del volcán, donde sorprende la presencia de una pequeña ermita románica, la Ermita de Santa Margarida.
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Volcán de Santa Margarida |
Si seguimos camino desde aquí, en dirección a Sant Miquel Sacot, pequeño santuario de estilo neoclásico, encontraremos otra belleza de estilo arquitectónico, pero esta vez natural, nada tiene que ver aquí la mano del hombre, bóvedas estilizadas que ascienden al cielo, las del hayedo más famoso de Cataluña, La Fageda d’en Jordà, un paisaje de infinita belleza y que ahora en otoño se viste, o, vaya, mejor, se desviste de gala, dejando un precioso manto de matices marrones en el suelo que contrasta con el blanco de los troncos.
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Ya es otoño en La Fageda d'en Jordà |
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Un infinito de otoño |
Una vez finalizada la excursión, podemos dirigirnos a Santa Pau, pequeño pueblo muy cercano a Olot, declarado conjunto Histórico-Artístico Nacional, donde tendremos ocasión de adentrarnos por las calles medievales de la villa vieja, recinto bien conservado de casas apiñadas, adosadas que suben y bajan según las irregularidades del terreno.
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Santa Pau medieval |
Ya en su contorno destaca un volumen cuadrangular, el castillo de los barones de Santa Pau, que data del S. XIII, y si seguimos su línea entrecortada en el cielo saltamos al rotundo campanario de la iglesia de Santa María. Pero lo mejor es callejear y adentrarse en la historia que nos muestra las fachadas de las casas, los dinteles y las puertas de madera hasta llegar a la Plaza Mayor, una plaza porticada, al estilo de la que podemos encontrar en Aínsa, uno de los pueblos medievales más bonitos de España, en Huesca.
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PLaza Mayor de Sant Pau |
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Iglesia de Santa María |
No dejemos de beber el agua de las fuentes de Santa Pau ni, de paso, comprar los famosos fesols de Santa Pau, unas judías riquísimas que protagonizan la gastronomía de la zona.
Para preparar vuestra excursión:
La página de Parques Naturales de Cataluña ofrece muy buena información y detalles de los recorridos